Había una vez un lobito que era muy bueno que le gustaba mucho jugar con todos los animales.
Un día los corderos le quisieron hacer una broma y le dijeron a sus padres que el lobito se los quería comer.
Los padres de los corderos muy enfadados fueron a buscar al lobito para regañarlo.
Cuando llegaron donde el lobito, él se asustó y les explicó que él no quería hacerle daño a los corderos.
Lo único que quería era jugar con ellos.
Los corderos al ver llorar al lobito se arrepintieron y le pidieron perdón.
Nunca más volvieron hacer bromas así.
FIN