Érase una vez un potro que se llamaba Carloto.
Nació en mitad del campo y a los dos días de nacer su mamá se murió.
El potrillo se quedó solo y triste, no sabía qué hacer, ni qué comer, ni a dónde ir.
Cuando estaba ya desnutrido y a punto de morir pasó por allí un niño que, al verlo, se sorprendió mucho y le dio mucha pena.
El potro Carloto vio al niño y se quedó pensando que ojalá se llevase la comida.
El niño fue corriendo a su casa a pedirle permiso a sus padres para poder quedárselo y sus padres le dijeron que sí.
El niño llegó corriendo al campo y le prometió al potro Carloto que lo cuidaría para siempre y que jamás se separarían.
Y fueron felices para siempre.
Fin