El cachorro estaba buscándola y fue a todas las casas a preguntar.
Les dijeron que no.
Fue a su casa para ver si estaba y su dueña le dijo que no.
Yo también fui al sitio a donde nació pero no estaba.
Pasaron años y Simba ya no era un cachorro era un perro grande.
Un día fue a la tienda de animales y ahí había una tortuga y ella se puso feliz.
El dueño de la tienda se llamaba Rubén...
Continuará...