Érase una vez un profesor que se llamaba Pepito y una seño que se llamaba Pepa.
Eran muy simpáticos y muy buenos. Casi siempre íbamos de excursión. Hacían la clase muy graciosa y todos sacábamos cero faltas en lengua y un diez en matemágicas.
En el recreo nos lo pasábamos genial y los viernes solíamos tener tiempo libre.
FIN